En el video, además de expresar lo que significó la “ida” del tren en noviembre de 1977 recupera el recuerdo (que es a la
vez homenaje) a Doña María
Salvañal de Paccor, maestra y directora de la Escuela 35 “Juan Bautista Alberdi” durante TODA
Salvañal de Paccor, maestra y directora de la Escuela 35 “Juan Bautista Alberdi” durante TODA
su carrera docente.
Oriunda de Nogoyá, con 17 años tomó el tren en Nogoyá, hizo el trasbordo en Sola y llegó, un 11 de agosto de 1958, casi a las 12 de la noche a Durazno, donde la estaba esperando el gerente de Goldaracena, en cuya casa se alojaban las maestras que venían de afuera.
Quisiera imaginarme (y se lo preguntaré en los próximos días a la señora Mary) qué puede sentirse llegando de una ciudad, siendo tan joven a un paraje absolutamente desconocido, por la noche y absolutamente sola. Una auténtica aventura que requería un coraje y una valentía que solamente pueden poseer quienes tienen una vocación inmensa.A partir de entonces y por 32 años trabajó en la misma escuela, hasta su jubilación. Vivió el apogeo del tren y del pueblo pues, en ese entonces, la escuela contaba con 7 docentes.
Raquel también recupera la historia de María Ester Malik que, como encargada de la estafeta postal debía esperar el tren de la noche, todos los días y hasta la hora en que llegara (aunque fueran las 2 de la mañana).
Creo que estos testimonios muestran claramente el vínculo entrañable y profundo que tuvieron los trenes con las escuelas (y con la construcción de la identidad) en el norte de nuestro
Oriunda de Nogoyá, con 17 años tomó el tren en Nogoyá, hizo el trasbordo en Sola y llegó, un 11 de agosto de 1958, casi a las 12 de la noche a Durazno, donde la estaba esperando el gerente de Goldaracena, en cuya casa se alojaban las maestras que venían de afuera.
Quisiera imaginarme (y se lo preguntaré en los próximos días a la señora Mary) qué puede sentirse llegando de una ciudad, siendo tan joven a un paraje absolutamente desconocido, por la noche y absolutamente sola. Una auténtica aventura que requería un coraje y una valentía que solamente pueden poseer quienes tienen una vocación inmensa.A partir de entonces y por 32 años trabajó en la misma escuela, hasta su jubilación. Vivió el apogeo del tren y del pueblo pues, en ese entonces, la escuela contaba con 7 docentes.
Raquel también recupera la historia de María Ester Malik que, como encargada de la estafeta postal debía esperar el tren de la noche, todos los días y hasta la hora en que llegara (aunque fueran las 2 de la mañana).
Creo que estos testimonios muestran claramente el vínculo entrañable y profundo que tuvieron los trenes con las escuelas (y con la construcción de la identidad) en el norte de nuestro
Departamento Tala.