Último tren y ocaso de la línea ferroviaria Tala-Gualeguay

“…fue así que la línea ferroviaria Tala-Gualeguay del Ferrocarril General Urquiza, que comprendía las estaciones de Rosario del Tala, Echagüe, Gdor. Mansilla, Desvío Clé, Galarza, Lazo, Calderón y Gualeguay, reitero, fue definitivamente desactivada el jueves 1º de junio de 1978 cuando por la tarde pasó el último tren.
A las 15:30 horas, en la estación de Gobernador Mansilla, había mucha gente esperando entristecida la llegada del tren para darle el último adiós a su hijo pródigo.

La despedida, dolorida, semejaba la pérdida de un ser querido. La locomotora venía tocando un silbato lastimero, lloroso, impresionante, de la despedida misma. Ya en la estación y en cumplimiento de su cronograma detuvo su marcha, maniobró y enganchó dos vagones que estaban en la vía muerta.
Después de esto el maquinista, el foguista y el Guarda Juan Ramón Aquino, comenzaron a despedirse del único empleado que había quedado a cargo de la estación local, el Auxiliar Manuel Jesús Marani. Con lágrimas en los ojos y en un emotivo abrazo se despidieron con un “hasta siempre”. Sin duda, toda despedida es una escena no deseada. El tren reanudó la marcha saludando al público presente con insistentes pitazos y a los que aún de lejos escuchaban su silbato de despedida.

El maquinista volvió a detener el tren a cien metros de la estación frente a casa Reato Hnos. con cuya gente ya eran conocidos por el diario saludo al pasar el tren; momento que aprovechó Orlando Reato para despedirse del maquinista, el foguista y el citado guarda Aquino, quién anteriormente se había desempeñado en Mansilla como cambista. El tren, ese centauro del progreso, reanudó la marcha en su último viaje, despidiéndose definitivamente con el mismo silbato agudo y triste rasgando el aire. Ya no se vería más su penacho de vapor ondear…en silencio quedó la campiña mansillense, la que como un tajo en el desierto, cotidianamente, cortaba ese dragón de acero, el devorador de distancias. Era el último tren…el que en su marcha triste y dolorosa se perdió definitivamente detrás de la infinita y eterna línea del horizonte.

Enmudeció la vieja estación; ya no se escuchó más del tañido de la campana anunciando “el tren de Buenos Aires”, ni se oye su silbato, ni se siente el trepidar de las locomotoras a su paso por Mansilla…”
por Carlos Esteban Restaino


Fragmento del texto incluido en el libro “Ayer nomás: puñado de recuerdos” (pág. 204 y 205) presentado por el autor el 1º de junio de 2012