Inspiración para un corazón andariego

No se porqué cada vez que tenía la suerte de recorrer pueblos de mi querida provincia de Entre Ríos dándole rienda suelta al flete de mi corazón andariego siempre unía, de un galopito, la estación de tren y la escuela.
Será porque estos pueblos de gente sencilla y costumbres campechanas se formaron en su mayoría, con la llegada de los trenes cuya campana despertaría, inevitablemente, la otra campana, la que llama al conocimiento, a las letras, al desarrollo de eso tan hermoso que nos ha regalado Dios (inteligencia, amor y comprensión) que es la escuela.

Por eso, en aquel mes de mayo de 1998 cuando junto a mi familia el vagón del destino nos desembarcó en Estación Sola, Departamento Tala, Entre Ríos, mi espíritu de poeta rápidamente buscó esas dos fuentes de inspiración. La estación con sus recuerdos, encuentros y despedidas, amores que no se olvidan y que siempre se hacen verso porque el poeta se expresa desde el corazón del pueblo. Y la escuela, con sus blancas
palomas y ese letrero invisible que dice letras imborrables, “un caminito recto quiero mostrarte para que halles un rumbo cierto en cualquier parte”.

Y como no podía ser de otra manera, allí nace “Pueblo de Sola” un chamamé para mi gente que luego grabamos con Los Andariegos del Litoral con la voz de Armando Acosta.

PUEBLO DE SOLA

Costumbre de pueblo chico
que yo encontré en mi llegada
gente cordial y sencilla
con ternura en su mirada.

Nostalgia de una partida
tal vez del último tren
me imaginé en tu estación
la ausencia de algún querer

Y así yo te canto
pueblito florido
que me recibiste
igual que un amigo
y por donde quiera
que me toque andar
tu gente sincera
voy a recordar

Al pasar frente a tu escuela
vi a los niños jugando
y recordé mi niñez
en una escuelita de campo

Y al encontrar unos criollos
que me extendieron la mano
vi que era mi destino
seguir cosechando hermanos

Que acompañarán mis horas
cuando esté extrañando el pago
por eso pueblo de Sola
aquí yo te doy la mano
Por José Martinez